Otro pinchazo para
Drag X Drive está en su apartado técnico, especialmente en lo visual y artístico. Lo que normalmente es una de las fortalezas en los juegos de Nintendo, el colorido y el diseño, aquí se pierde completamente: pistas apagadas y sin demasiados elementos, jugadores casi idénticos, pocos elementos de personalización... Si comparamos el título con franquicias recientes de
la Gran N como Arms o Splatoon el resultado es terrible, y no hay nada que llame la atención ni muestre el potencial de la consola. El rendimiento no es malo, evidentemente, pero es que no hay nada que pudiera darle problemas a
Switch 2 (y, si nos apuráis, a la primera Switch).
La banda sonora está un pasito por delante, pero dentro de una línea parecida: impresonal, falta de carisma e inspiración, con temas que ambientan correctamente, pero que se olvidan en cuanto cambiamos de juego. No hay voces, y la localización al castellano - aunque se agradecen - no aportan demasiado.