La historia
En lo más profundo de Kioto, un laboratorio oculto sirve como epicentro de una nueva amenaza en Onimusha: Way of the Sword. Allí, una figura enigmática conocida como Dokyo lleva a cabo los experimentos Genma, una serie de manipulaciones demoníacas que dan lugar a criaturas grotescas y letales. Entre ellas destacan el Nue Colosal, una bestia quimérica capaz de controlar rayos; los Kogashira, humanos deformados por parásitos que generan nubes venenosas; y Chijiko, una amalgama de rostros humanos cosidos con tentáculos de largo alcance. Este giro narrativo introduce una dimensión más siniestra al universo de la saga, que combina el folclore japonés con elementos de ciencia corrupta y horror biotecnológico.
El protagonista Musashi Miyamoto regresa como figura central de la nueva entrega de la saga de Capcom Onimusha, armado con técnicas emblemáticas como Issen y Absorción de Almas. Estas mecánicas, ya conocidas por los seguidores de la saga, se expanden con nuevas acciones como Repeler, que devuelve ataques enemigos; Desviar, que permite aturdir y reposicionar adversarios; y el Estado Ígneo, una mejora ofensiva que se activa tras múltiples bloqueos exitosos y genera Almas Azules para desatar ataques especiales. Estas habilidades no solo enriquecen el combate, sino que también refuerzan la identidad de Onimusha: Way of the Sword como un juego de acción táctica, donde cada movimiento puede marcar la diferencia entre la supervivencia y la derrota.
La amenaza Genma: ciencia, horror y tradición profanada
Los Genma han evolucionado en esta entrega hacia formas más complejas y aterradoras. Ya no son simples demonios: ahora son el resultado de experimentos que combinan magia oscura con manipulación biológica. Dokyo, el antagonista principal, actúa como alquimista y científico, creando abominaciones que desafían las leyes naturales. Esta transformación del enemigo introduce un conflicto ético y espiritual que se refleja en cada enfrentamiento.
Las criaturas como Nue Colosal, Kogashira y Chijiko no solo presentan desafíos físicos, sino también psicológicos. Cada una tiene patrones de ataque únicos, habilidades especiales y una estética que recuerda al terror corporal. El diseño de estas entidades refuerza la atmósfera opresiva del juego y obliga a los jugadores a adaptar sus estrategias constantemente.
Musashi Miyamoto: el retorno de la espada con alma
La elección de Musashi Miyamoto como protagonista no es casual. Inspirado en la figura histórica y reinterpretado con influencias cinematográficas, representa el equilibrio entre tradición y modernidad. Su estilo de combate combina precisión samurái con habilidades sobrenaturales, lo que lo convierte en un personaje versátil y profundo.
Las técnicas como Issen y Absorción de Almas son más que simples mecánicas: son expresiones del vínculo entre el guerrero y el mundo espiritual. A través de ellas, los jugadores podemos recuperar salud, mejorar el equipo y desbloquear nuevas habilidades. Esta progresión basada en el alma refuerza la idea de que cada combate tiene consecuencias más allá del daño físico.
Un sistema de combate táctico y desafiante
El nuevo sistema de combate en Onimusha: Way of the Sword se aleja del hack and slash tradicional para ofrecer una experiencia más técnica. Acciones como Repeler y Desviar requieren precisión milimétrica, y recompensan al jugador con ventajas tácticas como aturdir enemigos o activar el Estado Ígneo. Este último permite generar Almas Azules que alimentan ataques especiales basados en el Poder Oni.
Además del uso de la katana, el juego introduce armas de doble filo con ataques giratorios y tiro con arco para enfrentamientos a distancia. Esta variedad permite adaptar el estilo de juego a cada situación, y convierte cada combate en un duelo estratégico. La combinación de defensa activa, absorción de recursos y progresión personalizada ofrece una profundidad que no se había visto antes en la saga.
Kioto como escenario: entre lo sagrado y lo corrupto
La ambientación en Kioto no es solo decorativa: es parte integral de la narrativa. Los templos, callejones y zonas rurales se mezclan con laboratorios ocultos y áreas corrompidas por el miasma Genma. Este contraste entre lo sagrado y lo profanado refuerza el conflicto central del juego, y convierte cada zona en una extensión del dilema moral que enfrentamos.
El diseño de niveles es cerrado y progresivo, lo que permite una narrativa más controlada y cinematográfica. Aunque no es un mundo abierto, cada área está llena de secretos, rutas alternativas y desafíos que recompensan la exploración. La atmósfera se construye con iluminación dinámica, efectos sonoros envolventes y una dirección artística que mezcla lo feudal con lo grotesco.
Aspectos técnicos y evolución visual
Gracias al uso de Unreal Engine 5, Onimusha: Way of the Sword presenta una mejora significativa en calidad visual. Las texturas, animaciones y efectos de partículas permiten una representación más realista y detallada de los entornos y enemigos. Las físicas del combate han sido rediseñadas para ofrecer una respuesta inmediata y fluida, lo que mejora la inmersión.
Los enemigos reaccionan de forma dinámica a los ataques, y cada uno tiene patrones únicos que evolucionan durante el combate. Esto obliga a los jugadores a estudiar cada enfrentamiento y adaptar su estilo de juego. La estética general se inspira en el cine de terror japonés y el chambara, creando una experiencia visual intensa y coherente con el tono del juego.
Una reimaginación independiente del universo Onimusha
Onimusha: Way of the Sword no requiere haber jugado entregas anteriores. Es una reimaginación completa del universo Onimusha, con nuevos personajes, historia y mecánicas. Esto lo convierte en un punto de entrada ideal para nuevos jugadores, sin perder la esencia que hizo famosa a la saga.
La campaña principal tendrá una duración estimada de 20 horas, con una estructura narrativa que avanza por zonas cerradas. Esta decisión permite un ritmo más controlado y una experiencia más intensa. Los jugadores debemos enfrentarnos a un mundo donde la línea entre lo humano y lo demoníaco se ha difuminado, y donde cada batalla es una prueba de habilidad, estrategia y resistencia.